viernes, 13 de marzo de 2009

Rumor de pájaros, prólogo-María Cristina Orantes

María Cristina Orantes, El Salvador. [foto Salvador Canjura]





____Rumor de pájaros, prólogo _____

Por María Cristina Orantes



La lectura de Rumor de pájaros de André Cruchaga me reservaba una auténtica sorpresa, ya que en el libro no sólo encontré una poesía de gran categoría artística, sino que además una profunda identificación con mi propio concepto acerca de lo que en poemario me parece una constante: la convicción de que el hombre es en realidad un alma que habita un cuerpo, un alma consciente de su deber: el combatir tanto a las fuerzas de ese ser interno, como a las de su envoltura carnal.

¡Ah mi materia:
Delgada pluma enlutada!

Somos esa materia
Que desborda vientos
Humildes cuerpos terrestres.
Y así seguiremos siendo:
Luz que por la ventana,
Remueve los escombros.

He comenzado a conocer a André Cruchaga a través de estas vivencias testimoniales, las cuales llegan al lector impregnadas de emociones fuertes, aplastantes, directas en su mayoría, imágenes en las que se destaca ese hondo pesar que el hombre lleva dentro; otras, caracterizadas por un gran hermetismo, terreno al que es casi imposible asomarse por ser muy propio del autor, quien se recoge tras las murallas de su mundo inpenetrable; así como también otras delicadas, dulces, cinceladas con una ternura indescriptible.

Somos seres de instantes muy sutiles.
Acaso como la luz de las luciérnagas.

Estos versos encierran en un lenguaje depurado y fino, una concepción muy personal de la vida: la de que el trayecto del ser humano por este mundo, no es más que un instante de luz que pasa y luego desaparece antes de que el hombre mismo alcance siquiera a darse cuenta.

La luz pasa como los vientos.
Los vientos como ojos caídos:
Cuando nos percatamos
Un mar salado nos enciela los párpados
O bien el horizonte nos encierra en jaula
De ahogantes y mudos violines.

André Cruchaga nos conduce a cada paso al encuentro de temas como el tiempo y la muerte, a los que si bien trata con solemnidad, también sabe revestirlos de un aura mágica nada dramática, sino por el contrario atrayente por la dimensión metafísica en que los encierra. “Importa lo que hoy se viva” dice, ya que esos breves instantes como la luz de las luciérnagas, marcan para el autor, un hito en cada estación que el alma hace en el mundo terrenal caracterizado por las limitaciones y humanos apegos, de los cuales el verdadero yo está obligado a liberarse.

Los elementos tierra, aire, agua y fuego, poderes externos de la naturaleza, se encuentran presentes a lo largo del libro en su lucha perenne con los elementos de la propia naturaleza del ser.

Somos como noche o como día.
Como roca fría o caliente.
Aquí o allá espejos o relámpagos
Nuestra carne efímera:
Mutable faz de la espuma sobre el agua,
De ese mar que cava en las sienes
Confusas soledades y hondas destrucciones.
Somos esa humana forma
De un paisaje que se desvanece.

Se cree que escribir poesía es fácil y más si se trata de verso libre. Está muy de moda el enlazar una serie de frases hermosas, de hilvanar imágenes poéticas una a continuación de la otra, pero sin llegar a conclusión alguna. En Rumor de pájaros sin embargo, la poesía cumple con uno de sus objetivos primordiales: el transmitir al lector las emociones, sentimientos y sensaciones propios del poeta. Las palabras dócilmente, van fluyendo de la pluma del autor enlazadas unas con otras, manteniendo la unidad desde el principio hasta el final, estructurando un todo armónico, un auténtico poema redondo, al que no le falta ni le sobra nada.

No podría dejar de mencionar que así como he saboreado esta creación de André, también me ha parecido muy original y novedoso el planteamiento de lo que me parece un diálogo de ideas e imágenes, así como sus consecuentes conclusiones en las que el poeta canta, gime, llora, grita, en fin, transmite al lector un intensa gama de emociones, en su mayoría pesimistas, grises, en las que imperan la soledad , la tristeza y el desamparo; pero finalmente el auténtico ser, consciente de esa realidad en la que no es más que un transeúnte de paso por la vida, logra sobreponerse a la materia que lo envuelve, sabiéndose un sobreviviente de la vida y de la muerte.

Somos sobrevivientes
Del más espeso aliento de la niebla
Desde que el ala, íngrima,
Empezó a hacer contrastes con las nubes.

Rumor de pájaros nos conduce a través de las percepciones del autor al filo de la vida y de la muerte, y en ese filo podemos estar solos, con nuestras propias sensaciones sostenidos por el hilo invisible del verbo transmitido por André Cruchaga.

María Cristina Orantes,
San Salvador, junio de 2002.
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María Cristina Orantes, abogada y poetisa salvadoreña. Directora de la Sala Nacional de Exposiciones de CONCULTURA. Puede leer muestras de su poesía en Arte poética-Rostros y Versos, Laberinto del Torogoz y Álbum Nocturno, entre otros sitios donde la autora publica.