domingo, 28 de febrero de 2010

Introducción al libro: SUBLIMACIÓN DE LA NOCHE" de André Cruchaga-Por Teonilda Madera

Teonilda Madera, Nueva York, USA



INTRODUCCIÓN
a Sublimación de la noche


Empecemos diciendo que Sublimación de la noche es un libro seductor que ha sido espléndidamente traducido al catalán por Pere Bessó. Su encanto, entre otras cosas, radica en la forma en que el poeta Andre Cruchaga aborda los temas universales que trata. El eje temático del poemario es la noche que se fusiona con el mundo onírico, con el amor, con la muerte, con la vida, con la vejez, con la violencia, con la injusticia social (que provoca una tristeza infinita que sondea el alma del poeta) y con un erotismo que se mezcla con imágenes sacras que nos conduce a San Juan de la Cruz (e.g., “Días con altares”, 40-41). En esta obra son floridas las metáforas y los binarismos y capta nuestra atención uno en particular: obscuridad / luminosidad. El primer término, obscuridad, está implícito en la noche y el segundo, luminosidad, aflora en una proliferación de imágenes lumínicas ( plantaciones de luciérnagas, los toldos de la luz, la libélula incesante de la luz, la desnudez, frente a la luz es luz pulsante, etc.),que arrojan un torrente resplandeciente que desvanece las tinieblas de la noche.
El poema “Fondo con muro” (50-51) nos ofrece un ejemplo espléndido de la construcción binaria que estamos considerando: “La mano agarra un puñado de luz de las tinieblas”. Se advierte, desde el primer poema, una ruptura con lo racional que da paso a un trance poético que revela los distintos estados alterados de una conciencia fenomenológica. La convulsión de imágenes que aparecen en este libro surge de una óptica que hurga en lo que hay detrás del objeto. En Sublimación de la noche encontramos también una convergencia de voces canónicas que interactúan armoniosamente con la voz del sujeto poético. Hay, además, unas referencias clásicas (Heráclito, Aristófanes, antípoda, minotauros) que revelan las fuentes de las que ha bebido el escritor. Llama la atención en este libro el uso enrarecido de los pronombres: “A usted y yo le asesinaron los sueños./ A usted y yo estúpidamente le mintieron” (“Hacia la noche”, 33). Nótese “a usted y yo” en vez de a usted y a mí (las negritas son nuestras).
El fenómeno lingüístico en la construcción que observamos ocurre porque el sujeto está compuesto por dos pronombres, uno de los cuales, “usted”, está precedido por la preposición a. Por eso, el segundo, que es la primera persona del singular[1] (yo), debe someterse a la regla que dice que cuando ese pronombre se usa con preposición debe decirse o escribirse a mí, pero el poeta lo usa como un elemento irruptor que viene a desarticular el lenguaje. La subversión lingüística en la construcción que estamos considerando se reitera cuando el sujeto poético dice: “a usted y yo… le mintieron”, en vez de “a usted y a mí nos mintieron”. Las libertades que se toma la voz poética en estas construcciones trasgreden las reglas del lenguaje que utiliza. En Sublimación de la noche el lenguaje lírico alterna, en algunos poemas, con expresiones que pueden tildarse de antipoéticas: “No en el petate donde bailan los piojos y las pulgas”, (“Canto a la ceniza”, 28). Lo antes apuntado indica que el escritor desea transmitir sensaciones empíricas aprovechando cualquier término que las emita. El bardo muestra entonces que cualquier palabra que se utilice adecuadamente posee resonancias poéticas y esto lo esboza Keith A. McDuffie[2] diciendo:
“Toda palabra, aun la más cotidiana o prosaica, puede ser poética si traduce la emoción del poeta, es decir, si se hace sensibilidad poética”
En Sublimación de la noche la palabra es sensibilidad que extrae la esencia de las cosas. Otra particularidad en este libro es que está sensorialmente trabajado bajo la estética surrealista. Lo dicho abre la compuerta del subconsciente donde impera lo irracional que tanto trabajo ha dado al psicoanálisis.
En los poemas de Sublimación de la noche existe una profunda aceptación del espíritu a través de la palabra que alcanza un valor polisémico. André Cruchaga obliga el lenguaje a decir más cuando lo fusiona con elementos aparentemente disidentes que vienen del acervo cultural del vate como vemos en “Poema sin Bilis”) 79-80):
“…
` Ni los tulipanes se comen con frijoles guisados,
Ni casamiento;
Tampoco las galerías de arte le dicen algo a las estrellas.
(Claro que no me refiero a las modelos,
[ni a la vehemencia de nuestras
Américas, ni a sus gobernantes purificados por shamanes).
…” (79).

El tema de la injusticia social, en “Poema sin bilis”, se mezcla con la cotidianidad, con lo culinario (… comer frijoes guisados, ni casamiento) y con elementos de la cultura autóctona, “...gobernantes purificados por shamanes”. Se desata la iracundia en el sujeto poético, en el poema que estamos considerando, cuando contempla la situación en que la gente vive y esos “manjares que se sirven en los banquetes del poder”. Cautiva en este poemario el aglutinamiento temático que contienen los poemas, lo cual se muestra magistralmente en “Poema sin bilis”. La voz poética, además de los que hemos señalado anteriormente, engarza en el poema: la muerte, las armas, el temor callejero, cierta pérdida de fe en, Dios, la figura central del catolicismo (“Evitar los bichos raquíticos y mirar a Dios con cierta extrañeza” y sobretodo, el sexo como antídoto para la injusticia social:
“…
El sexo es la mejor manera de quitarle el pus al Himno nacional;
Para ello hay que pensar en ciertos juguetes
A la hora de abrir el libro y darle vuelta a la página.]
Un día menos pensado los niños ya no dibujarán la muerte,
Ni será necesario el control de la natalidad en las penitenciarías…” (80).

La influencia vallejiana en Cruchaga se advierte en el manejo del lenguaje y en ese dolerse por sí mismo y por los demás que se expresa en todo el poemario y en particular en el poema titulado “Sublimación de la noche”:
“…
Pero así somos felices o, al menos, grito en el combate
De la caverna, cama azul de las batallas, parpadeante hoguera
En el pecho o simple dolor mío y tuyo,
Dolor ajeno y mío, imprescindible, posible, no ignorado
En esta brújula sin puntos cardinales,
Conato de pobreza y quejidos, desvanecida garganta
En las certidumbres puntuales de las ráfagas,
Portales del desvarío donde la noche exige su ternura…
Barataria, 15. VIII.2009, ” (5)

A modo de provocación intelectual queremos matizar dos vertientes que nos parecen reveladoras en el poemario, una es la polifonía y la otra, la fenomenología que el poeta utiliza con agudeza en la obra. En lo concerniente a la polifonía recordemos lo que afirma el teórico Mijaíl Mijáilovich Bajtin:
“Sólo un polifonista como Dostoievski es capaz de percibir en la lucha de opiniones e ideologías (de diversas épocas) un diálogo inconcluso acerca de las últimas cuestiones (dentro del tiempo grande). Otros sólo se ocupan de problemas que pueden ser solucionados dentro de una época.”[3]
En este poemario Andre Cruchaga utiliza la polifonía, en una serie de epígrafes, que alternan con la voz del sujeto poético entre ellas: Luis de Góngora, Quevedo, Lope de Vega, Artaud, Guillermo de Torre, Alain Bosquet, Lezama Lima, Pierre Reverdy, Jean Arp, Arthur Rimbaud, Carlos Sahagun, Paul Geraldy, José Kozer, Emilio Westphalen, Julio Cortazar, , Oliverio Girondo, y otras. El manejo de la polifonía en este poemario resulta interesante ya que la resonancia de las voces que convergen corroboran con los temas, con la postura ideológica y con las emociones que se abordan. El pluralismo de esas voces reafirma lo subversivo de la estética del poeta que además, abre espacio dentro de su universo poético para que otras voces interactúen dentro del “tiempo grande” que va más allá de la existencia del escritor, como sostiene Bajtín. No olvidemos que la polifonía da cabida a la colectividad. Por eso, el teatro griego incluía los coros que expresaban el sentir del pueblo, Los Persas, de Esquilo y Antígona, de Sófocles, son dos ejemplos espléndidos. Cabe señalar que algunos poemas carecen de epígrafes, en cambio, hay unos que tienen dos y otros hasta tres lo cual revela que el vate usa la polifonía como un recurso estilístico e ideológico en este libro. En el poema “Hacia la noche” se escucha una voz íntima que el sujeto poético emplea cuando se dirige a la amada y con ella acentúa cierta complicidad erótica e ideológica entre ellos:
“…
Usted y yo que somos efímeras espumas.
Usted y yo que ansiamos un puerto en donde anclar.
Usted y yo que vemos gaviotas en el crepúsculo.

Usted y yo sabemos, después de tantas arrugas,
Que [cada uno suena como tiene la cabeza]…” (32-33).

Entre los matices polifónicos de este poemario tenemos el discurso intercalado que en los versos que acabamos de citar aparece entre corchetes y en cursiva. Nos parece eficaz el manejo de una voz iracunda y dolorosa en el poema “Imagino espectros” que se usa para denunciar las injusticias y compartir sus preocupaciones sociales:

“La oscuridad ha dejado en tinieblas a la Patria:
¿Quién camina sin miedo a una hoja o la niebla?
—Cada calle sabe a sueños desgajados; la claridad
Quien camina lo hace como si anduviese en la noche.
La casa de siempre ahora es una cárcel.
La libertad se volvió túnica de angustias.
Me cuesta entender a este País torturando los sueños:
El viento, agrio, sopla con espinas.
Cuesta caminar sobre la serenidad de las piedras.
Ya no se entiende este dolor vivo de la carne.
La muerte cotidiana inunda los inviernos.
Uno no sabe quién será el próximo inocente que bese
De manera indeleble el césped,
O llene las alcantarillas perdidas de la ciudad.
Me cuesta pensar a este País convertido en harapo:
El fuego quema las palabras más diáfanas.
La violencia colma el calendario y no hay puerta ilesa.
Antes el País era más cotidiano entre claveles.
En los parques las bocas se llenaban de risas;
Ahora esos retratos sólo son memoria.
La ceniza de la gran noche que vivimos extiende sus dedos
Colosales sobre las sienes.
Nadie queda de aquéllos que conocí en el viento.
Aquí el trueno, el cuchillo, la extorsión, el secuestro.
La violencia ha domesticado nuestros zapatos.
Entre miles de transeúntes se adivinan las onomatopeyas,
El jadeo y los jeroglíficos de la muerte.
Nada tiene consistencia, salvo los vestigios.
El sol se ha vuelto impreciso en todas las calles:
Vagas calles donde el alba ha perdido toda fantasía.
Cada día las aldabas de la noche nos quitan el aire:
Somos frágiles en este patio de piedras.
Nadie puede vivir en esta perenne oquedad de la caricia,
Ni en la doliente mesa de la plegaria.
La soledad de los ojos abrasa las miradas, las funde
En esa batalla sin luz y sin ventanas.
Aquí hiere la transparencia del aire. —Hiere la isla líquida
De la sal; por desgracia, no es posible el olvido,
Cuando los espectros también habitan los cristales.
Antes no hubo tanta maestría para la muerte: Uno junto
Al árbol y los pájaros; ahora cada germen estorba
En la garganta: sordo mar de grises. Sordas noches en rodillas.
¡Qué tiempo nos bebe ahora hasta los tuétanos!
Vida aquí y allá endurecidas por las losas, por esta tumba
De la brisa, enredada en el sueño.
El País cuelga de la noche. Noche donde triunfa
La fosa y el despeñadero…
Barataria, 12.X.2009

La voz dolorosa formula una interrogante lacerante, “¿Quién camina sin miedo a una hoja o la niebla?” que advierte que el peligro acecha, que la patria está plagada de angustia, que hay sobresalto, dolor, y tiniebla en el “País”. “Imagino espectros” es un poema que analiza el estado de violencia y de desamparo que se vive en El Salvador. Los grandes males sociales que engendran muerte, dolor, angustia, extorsión, secuestro, violencia, la Mara Salvatrucha, implícita en “el jadeo y los jeroglíficos de la muerte”, han llegado a afectar incluso a la Naturaleza. Por eso, la voz poética dice: “El sol se ha vuelto impreciso en todas las calles:/ Vagas calles donde el alba ha perdido toda fantasía/ Cada día las aldabas de la noche nos quitan el aire ”. La voz dolorosa concatena una serie de imágenes crudas y surrealistas que le transmiten al lector la realidad desoladora de El Pulgarcito de América donde la vida peligra a cada instante. Las denuncias que la voz poética hace apelan a la colaboración del lector para que disemine la denuncia que combatirá, efectivamente, la iniquidad y la injusticia social que prevalece en el país. La imagen lúgubre que cierra el poema y los puntos suspensivos son realmente perturbadores e impactantes: “El País cuelga de la noche. Noche donde triunfa/ La fosa y el despeñadero…”.
Hemos apuntado que en este poemario hay ecos de voces canónicas que son archiconocidas. Por ejemplo, se hace casi imposible no pensar en Vallejo cuando leemos en el poema “Sublimación de la noche”, que le da el título al poemario, lo siguiente: “…dolor mío y tuyo,/ Dolor ajeno y mío, imprescindible, posible, no ignorado” (5). O cuando leemos “Caídas y traspié” que es un dispositivo que nos lleva a Altazor, de Huidobro:
“…
La Tierra seguirá girando sobre su órbita precisa
Temerosa de un traspié como el equilibrista sobre el alambre que ata
las miradas de pavor…” (Vicente Huidobro, “Altazor”).

De igual manera, “Caídas y traspié” de André Cruchaga evoca el poema “Traspié entre dos estrellas” de César Vallejo[4]. La polifonía se acentúa en este poemario, además de lo que llevamos dicho, en el hecho de que es bilingüe: español y catalán.
La resonancia del connubio lingüístico (catalán y español) colocará la poesía salvadoreña en otra escala y le abrirá un camino de mayor difusión al catalán cuya riqueza léxica y sonora continuará alcanzando mayor auge en América. La obra que estamos estudiando muestra la madurez literaria del autor que estupendamente utiliza en ella la polifonía y la fenomenología[5], corriente filosófica que le permite describir los rasgos esenciales de su mundo empírico. La mirada del poeta Andre Cruchaga es esencialmente fenomenológica en Sublimación de la noche. Lo dicho se ve claramente en el poema “País de las cenizas” (70-71) donde el poeta describe las relaciones esenciales existentes entre el objeto y la realidad. La intuición empírica y la intuición de las esencias de las formas universales de las cosas afloran en el poema que hemos señalado. Consideremos los siguientes versos:
“…
Y una campana vestida de lluvia, ajados días de salud irreal.
Cada rato de vivir hay desorden en las baldosas,
Pero amo tu sombra de mirlo en medio de los encajes;
Cada pie se vuelve frágil durante las semanas,
Aún así camino ganándole al azor, el murmullo armado
[de los tapiales.
Al filo de la ternura esta forma del País.
[Los nombres, las linternas.
Detrás de las linternas los murciélagos en círculos, la luz a nudos,
La mesa sin suspiros, la cama edificada en los escombros.
Después de no tener un delantal sacudiendo las horas habituales,
Las migas proliferan en mis dedos, la velocidad fúnebre de la noche,…” (71)

Estupendamente la mirada fenomenológica trasciende los objetos y extrae de ellos las esencias religiosas, estéticas, antropológicas, psicológicas que evocan las apariencias sensibles, apariencias que no coinciden con la supuesta realidad concreta que estas encierran. Por eso, la campana, símbolo religioso, se viste, como si fuera una mujer, pero se viste de lluvia, y de ahí el poeta fenomenólogo capta cada tipo de realidad en lo que las cosas poseen y el objeto conocido, campana, se vuelve una experiencia conceptual que da paso al objeto tal y como lo aprecia la conciencia. Esa realidad que la conciencia percibe es lo que conocemos como fenómeno. Los actos de la conciencia fenomenológica en Sublimación de la noche desatan unas sensaciones y percepciones que no se limitan a los objetos. Por eso, “detrás de las linternas los murciélagos en círculos, la luz a nudos,/ la mesa sin suspiros, la cama edificada en los escombros….” emergen porque los estados de la conciencia no se limitan al conocimiento de los objetos concretos sino que permiten que la percepción, la imaginación, el recuerdo, el amor, el deseo, etc., se revelen a través de ella. La declaración que aparece en el primer verso del poema que estamos considerando: “Para calmar al País de las cenizas invento las palabras…” revela un estado alterado de la conciencia poética que conduce a un trance que penetra en las esencias de las cosas observadas, pensadas o imaginadas. La mirada fenomenológica alcanza una dimensión estética sublime que se cristaliza en un verso hermosísimo: “Pero amo tu sombra de mirlo en medio de los encajes;”.
Finalmente, podemos decir que lo que hemos apuntado no agota las posibilidades del análisis en Sublimación de la noche, sólo esperamos que sirva de aliciente para que otros investigadores las sigan explorando. Confiamos en que el estudio de la polifonía, de la fenomenología y de los temas que hemos señalado en la obra de André Cruchaga despierte el interés de los lectores y de paso a nuevos estudios en los que se le haga justicia a la calidad del trabajo de este poeta.

(Dra. Teonilda Madera, Nueva York, 2010)

[1] Samuel Gili Gaya. Resumen práctico de gramática española. Barcelona: INELVA, 1984, 64.
[2] Keith A. McDuffie, “Babel y lo babilónico” en Aproximaciones a César Vallejo, Nueva York, Las Américas, 1971, 60 (coordinador, Ángel Flores).
[3] M.M. Bajtín. Estética de la creación verbal. Siglo veintiuno de españa editores, s.a., Madrid, España. 1999. (374)
[4] César Vallejo. Poemas en prosa Poemas humanos España, aparta de mí este Cádiz. Ed. Julio Vélez. Madrid: Catedra, S.A., 1991, 196-197.

[5] El fundador de este movimiento es Edmund Husserl (1859-1938), y los representantes más destacados Alexander Pfänder (1870-1941), Max Scheler (1874-1928), Dietrich von Hildebrand (1890-1978), Martin Heidegger (1889-1976), Jean-Paul Sartre (1905-1980) y Maurice Merleau-Ponty (1908-1961). En este movimiento o corriente filosófica se destacan dos variables principales: la fenomenología realista que considera los fenómenos conocidos como reales e independientes de nuestra mente, y la fenomenología trascendental que considera que la realidad es el producto de los distintos modos de actuación de la conciencia pura o trascendental. Una de las tareas más relevantes de la fenomenología es la descripción de los tipos distintos de vivencias, de sus géneros y especies, y de las relaciones esenciales que entre ellas se establecen. El estudio realizado por Mario J. Valdés, Shadows in the cave a phenomenological approach to literary criticism base don Hispanic texts. Toronto: University of Toronto Press, 1982, conjuntamente con los estudios realizados por los representantes de la corriente fenomenológica nos han servido de base en lo que hemos apuntado.
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Teonilda Madera nació un dos de diciembre en la República Dominicana. Se ha especializado en Literatura Española. Ha obtenido dos maestrías una en literatura y la otra en Filosofía. En el 2008 obtuvo un doctorado (PhD) en filosofía en The Graduate School and University Center of the City of New York. Recibió el prestigioso Willa Elton Memorial Prize for Excellence in Spanish Literature. Integra el Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos (CEPI). En 1992 asistió al IX Curso para Profesores de Origen Hispano realizado en la Universidad de Alcalá de Henares (España). En 1993 obtuvo, con su poemario Canela y miel, la Primera Mención Honorífica en el XXX Certamen Literario Internacional Odón Betanzos Palacios. En 1994 formó parte de un equipo investigador auspiciado por la Universidad Columbia cuyo fin fue investigar la cultura prehispánica en el territorio mexicano. Ha publicado artículos y poemas en periódicos y revistas literarias, entre ellos, El Diario La Prensa, Meridiam, Relicario, Brújula, Baquiana, MaComére, Hola, Latinoamérica en Vilo, Boletín Cultural Informativo (Número Especial literatura Salvadoreña) Universidad Dr. José Matías Delgado, entre otras. Ha sido antologada en Who’s who Among American Teachers, Evas Terrenales, Moradalsur, Ensayos Críticos Sobre Escritoras Dominicanas del Siglo XX. Ha leído parte de su producción literaria en Columbia University, en la Embajada Dominicana de Madrid, en la Universidad de Sevilla, España, en Saint Elizabeth College, en Saint Lawrence University , en la II Feria Internacional del Libro en Puerto Rico, en la tertulia Exotérica, en Middlebury College, entre otras. En el año 2000 fue seleccionada por la Academia Iberoamericana de Poesía para participar en la Tercera Exhibición Internacional de Poemas Póster realizada en St. Thomas Universty. Sus libros han sido incluídos en cursos de maestría en Lehman College, Clemson University, y en el curriculum de las escuelas secundarias de Nueva York. En 1995 publicó Corazón de jade con lágrimas de miel , en 1998 Van llegando los recuerdos y en 2001 Sorbitos de café en paisajes yertos. Tiene inéditos varios libros: un poemario, un compendio de cuentos titulado Catedrales de humo, dos novelas, y varias obras de teatro. Un camino carmesí: A Crimson Path es su más reciente poemario. Desde hace varios años reside en la ciudad de Nueva York.

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